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viernes, 20 de junio de 2008

¡HULK APLASTA!: Opinión

Pensando en los fans. Así está realizada la película de “The Incredible Hulk”. El director, Louis (El Transportador 2) Leterrier, consigue una buena mezcla de película de acción, con homenaje. Ah, y por cierto, salen un monstruote color verde lejos y otro color verde vejiga que se dan hasta con la cornisa.

Si no han visto la película, aunque intenté no manejar muchas revelaciones incómodas, les convendría primero ir a echarle un ojo; de cualquier manera, esta opinión no dice nada que sea crucial, como el ya clásico “Yo soy tu padre”. Si quieren saber si vale la pena ir a verla, la respuesta es “Por Supuesto que Si”, sobre todo si han disfrutado cosas como Spiderman, Iron Man o incluso Daredevil. La película es muy buena. Bueno, advertidos están.

Desde Bill Bixby hasta Lou Ferrigno, pasando por el famoso y melancólico tema musical de “A lonely man”, la máquina de radiación gamma, Banner pidiendo aventón bajo la lluvia, el reportero Jack McGee, los ojos verdes de Banner, e incluso un oscuro sobre dirigido a David B., la película tiene todo para el fan de aquella buena serie televisiva de hace 30 años. Por otra parte, Doc Samson y Samuel Sterns son dos correctas apariciones detectables solo para los conocedores del comic. Para los que vieron las caricaturas sesenteras de Marvel, el personaje de Stanley es interpretado por Paul Soles, quien comenzara haciendo voces adicionales en “The Marvel Superheroes”, para después interpretar a Bruce Banner en “Hulk”, y terminar siendo la voz de Peter Parker en la serie del Hombre Araña. Por supuesto está la aparición obligada de Stan Lee, las obscuras menciones al “Super Soldado”, y cierto crossover cinematográfico del tipo Samuel L. Jackson como Nick Fury en Iron Man.

Si alguien lee el párrafo anterior sin haber visto la película, podría pensar que se trata de un pastiche tipo Tarantino más preocupado por la referencia, el homenaje y el cameo, y es aquí donde está el mérito de Leterrier: para el que no sepa quien es ninguno de los mencionados, no importa, porque la película es buena por sus propios méritos. Leterrier ha declarado públicamente el ser enemigo de los cameos cuyo único motivo es hacer aparecer una cara conocida en la pantalla; en este caso todos tienen una razón de ser, y son escenas y/o personajes que avanzan la historia.

La única conexión de esta película con la entrega anterior (Ang Lee, 2003) es que la acción inicia en Brasil, donde la otra terminaba. Más allá de eso, la anterior es totalmente descartada desde los créditos iniciales, con una secuencia que muestra un nuevo origen para Hulk, con un nuevo motivo y nuevas consecuencias.

La actuación de Norton como el conflictivo Banner es buena, aunque algunos han criticado que “no se ve tan atormentado como debería”, y menos interpretado por un actor que ha tenido roles tan intensos en películas como Fight Club o Historia Americana X. Yo a eso respondo que Banner tuvo que aprender a vivir de una manera digamos superficial; no puede tener emociones fuertes en ningún sentido (y eso se ve jocosamente ilustrado en una cachonda secuencia con Betty Ross en un motel), lo cual lo obliga a vivir no tan intensamente. Ni a alegrarse, ni a atormentarse, y mucho menos a enojarse, claro, hecho que lo lleva a aprender técnicas de manejo de la ira, respiratorias y demás. En este sentido, Norton transmite, si no la angustia, si la paranoia.

El núcleo de la historia, a diferencia de la aberración de 2003, se centra en que Banner es un perseguido interior y exterior: perseguido por el ejército y perseguido por su miedo de explotar en cualquier momento. Perseguido por la angustia de que sus descubrimientos sean usados de manera equivocada, perseguido por la memoria de su amor perdido (sonó a canción). Y en ese amor perdido estriba el encanto de la película: Banner ama a Betty Ross, si, pero sacrifica ese amor por el riesgo que implica ser Hulk sin haber encontrado una cura; por otra parte, Betty ama a Bruce por encima de Hulk (literalmente en la escena con el doctor Sterns), y no le tiene miedo, ni lástima, ni compasión. Solo ganas de estar con él y ayudarlo a encontrar una cura, estando dispuesta a correr el riesgo y a sacrificarlo todo por su relación, aún cinco años después de haberlo perdido de vista. Eso es amor y no pedazos. Liv Tyler, sin aparecer tan etéreamente élfica como en “Lord of the Rings”, entrega una actuación aceptable, genuina y que convence a la audiencia de la trágica historia de amor que viven estos personajes.

Los antagonistas de la historia son el Gral. Ross, padre de Betty, y Emile Blonsky, un soldado/mercenario en decadencia interpretado magistralmente (como es su costumbre) por Tim Roth. Y digo antagonistas y no villanos porque sus razones de ser son mucho más terrenales que en otros casos: Ross tiene un compromiso con la institución a la que sirve, y para eso lleva cazando a Banner como un animal desde hace varios años, sacrificando todo por esa cacería. Pero cuando llega el momento, está dispuesto a hacer lo correcto, aún cuando al final se refugie en “el olor a cerveza rancia y derrota”.

Blonsky refleja desde el principio esas ganas de luchar que en última instancia lo orillarán a buscar un mayor poder a través de métodos cuestionables. Su deseo “…si lo que sé ahora lo pudiera meter en mi cuerpo de hace diez años…”, tiene oportunidad de cumplirse gracias al ofrecimiento del Gral. Ross: un cierto suero desarrollado durante la segunda guerra mundial y cuyos resultados no fueron los esperados, aunque si fueron aprovechables.

Cuando Blonsky descubre que ese poder aún no es suficiente, comparado digamos con Hulk, decide ir a la fuente del mismo y ser más como esa Némesis que lo ha derrotado ya dos veces. Esto lo convierte en una “abominación”, al combinar el suero y la sangre de Banner, en un incidente que deja abierta la puerta para otro de los villanos clásicos de Hulk: El Líder.

Los efectos visuales están bien logrados, hay momentos de belleza cinematográfica pura, reminiscentes a escenas que refieren a clásicos como el mismo King Kong de 1933. Sin embargo, también hay momentos en que se nota el CGI y distraen un poco del fluir normal de la película. Nada que sea desastroso, pero que puede afectar negativamente a los espectadores más quisquillosos.

La dirección es buena, notándose el oficio de Leterrier como director de acción. La secuencia de la persecución en la Favela brasileña recuerda ciertas escenas de la trilogía Bourne, y está muy bien realizada. La escena final, el gran enfrentamiento, a pesar de ser emocionante, tiene el defecto de ser en la noche, lo que impide su apreciación, ya que adolece del mismo problema de muchas películas actuales: cámara movida y edición trepidatoria.

En términos generales, la película es muy buena y disfrutable, los niños salen dando saltotes y gruñendo a más no poder, los fans de Hulk tienen todo para salir felices del cine, los fans de Marvel lo son aún más, y los cinéfilos en general pueden pasar un buen rato palomero disfrutando… la magia del cine.

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