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martes, 31 de marzo de 2009

Arrástrame al Infierno


Después de haber visto la trilogía de Spiderman en días pasados, no pude dejar de admirar a Sam Raimi como director. En mi opinión, dentro de lo mucho que son las películas de Spidey, son un gran ejemplo de como se puede hacer una buena película siguiendo las fórmulas tradicionales, sin convertirlas en sátira o en parodia.

Desde lo heroico de la primera, hasta lo depresivo de la segunda, (la tercera también es muy buena, aunque desaprovechada), Raimi echa mano de imágenes presentes en el inconsciente cinematográfico colectivo. En la 2 hay 3 claros ejemplos de como usar lo cinemático para transmitir desde una idea hasta un sentimiento:

El primer ejemplo es la secuencia de "Raindrops Keep Falling On My Head", con un Peter Parker "feliz" de ya no ser Spiderman, con todo lo que ello conlleva, enmarcada por una iluminación radiante y una edición rítmica, que nos hace sentir bien. Aquí el referente es la canción (originalmente de "Butch Cassidy And The Sundance Kid", de Hill), que lleva implícito un bienestar desde sus primeros acordes.

El segundo ejemplo es el final mismo, donde incluso mis "arañitos" reconocieron la secuencia final del Graduado (el referente), y donde una vez más vemos tonos claros, incluso dorados, al ver a MJ corriendo por el parque, las palomas volando, y la fuente difractando la luz. Todo en esa escena es alegría y esperanza. La toma final, con MJ mirando por la ventana después del "Go get'em Tiger!", transforma esa esperanza y luminosidad en melancolía e incertidumbre por el futuro. Si eso no es ser un buen director, entonces yo no se qué lo sea.

El tercer y último ejemplo de la utilización de los recursos cinematográficos lo tomo de la secuencia del hospital, donde los tentáculos de un inconsciente Octavius siembran el terror entre los doctores que intentan removerlos. Y digo TERROR, porque tal escena sintetiza el género en cine: los gritos, la edición, los movimientos subrepticios, la iluminación, las uñas rasgando el piso, la sierra eléctrica, la sangre salpicando: todo esto apela a las clásicas películas de horror setent/ochent/ero (el referente). Aquí se nota un atisbo de los inicios de Raimi, que es considerado maestro del género por méritos propios.

Aunque me confieso neófito en el trabajo de Raimi previo a Spiderman, siempre he sabido que Evil Dead es considerado clásico entre los fans, y es de notar que, aún con una filmografía relativamente pequeña y reciente, Raimi tenga un lugar de renombre entre los realizadores de horror contemporáneos.

Todo este rollo previo, que tenía muchas ganas de ventilar desde hace varios días, sirve solo para presentar el artilugio de la primer película dirigida por Raimi Post-Spidey, donde regresa a sus raices y brinda una historia original de horror (no remake, no refrito, no secuela, no precuela, no reimagining) que es clasificación PG-13 y que promete más de un brinco del asiento. La historia trata sobre una joven que toma una decisión difícil para impresionar a su jefe y conseguir un ascenso, perjudicando a una anciana gitana (nothing personal). El problema es que a la anciana no le hace mucha gracia, y decide lanzarle una maldición gitana (literalmente) que en 3 días la podría llevar al mismo infierno.

La verdad, podríamos seguir ahondando sobre este muchacho... Raimi, pero ¿qué podemos decir, que no se haya dicho ya?

El asunto es que, después de haber visto su maestría como director, me queda un muy saludable interés por conocer su trabajo, y esta nueva película podría ser una buena opción.

Juzguen por sí mismos.



Por cierto, el póster es cortesía de Shock Till You Drop

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